Por: Diego Martínez
En algún lugar de Colombia de cuyo nombre no quiero acordarme, una niña Cartagenera huérfana de madre a los 4 meses, negra y por negra rechazada, decidió un día salir al mundo atrapar dragones con una pequeña malla.
En su infinita inocencia y ternura creyó que, si los dragones caían en su malla mágica dejarían de explotar a sus amiguitos quienes no tenían mucho que comer.
Empezó a crecer de cuerpo, pero su inocencia seguía intacta, creyó vencer a los dragones con pócimas fantasmagóricas; espadas traslucidas y conjuros esotéricos, luchaba y luchaba sola contra los dragones mientras estos la veían con franco y burlesco deprecio.
Un día mientras Hidalga, la adolescente peleaba y como siempre perdía sus batallas contra los dragones, su hermana más por amor que por comprensión de sus causas decidió apoyarla en sus utopías, para ayudarla no quiso agarrar la malla mágica; la espada traslucida; los conjuros esotéricos ni las pócimas fantasmagóricas, ella decidió de una manera muy particular ser su confidente, soporte, amiga, consejera e inclusive financiar sus extraños planes para aniquilar a los dragones, pero en términos generales decidió convertirse en SU ALCAHUETA!!
La adolescente ahora mujer. Perdía y perdía las batallas contra los dragones, de algunas derrotas se levantaba henchida por su orgullo negro-cimarrón, de otras salía triste, acongojada, y cansada.
Realmente derrotada pero ahí llegaba su eterna alcahueta y con una canción de su prodigiosa voz, con una luz de su hermosa sonrisa; con un sabio consejo surgido de las entrañas de su madre la reconfortaba y le daba las fuerzas para seguir luchando contra los dragones.
LOCA, ESTUPIDA, REBELDE, ¡INSENSATA! empezaron a llamarla, pero siempre hizo caso omiso y persistía en su extraña causa de seguir luchando contra los dragones.
Cada vez que le preguntaban si su idea de vencer a los dragones no era una utopía, ella respondía que solo con esa fantasía se podía construir la realidad.
Años más tarde frente al pelotón de fusilamiento nuestra soñadora murió de pena por su derrota moral, en su eterna lucha solo vio acrecentar el poder de los dragones, pero aun con gran pena, su hidalguía fue suficiente para alcanzar la inmortalidad del texto original nunca sabremos que ocurrió con el fiel acompañante del quijote de nuestra historia sabemos que su hermana concibió ,entregó y alcahueteo las utopías de nuestra Hidalga y, al ver que perseguidora de sueños se fue, TRES DIAS DESPUES decidió acompañarla en su frenética carrera, esta vez para cazar dragones cósmicos ya que los dragones de nuestro mundo nunca estuvieron a su altura y nunca le permitieron ganar tan siquiera una batalla.
MAMI Y MAMI GLADYS PARA LA ETERNIDAD.
Grandes, como siempre y hasta siempre.
Solo resta decirles, gracias por haber hecho parte de mi existencia.
Tía Gladys, gracias por tu compañía infinita en uno de los momentos más difíciles vividos, que fueron, quien lo creyera, los que tejieron la hermosa hermandad con mi bella y rebelde negra, nuestra HIDALGA, Dieguito. Gracias.