MÚSICA PARA CÓRDOBA

MÚSICA PARA CÓRDOBA

Por :LUCERO MARTÍNEZ KASAB.

Dicen que amar no es amar al otro simplemente, es amar lo que el otro ama y como yo lo amaba tan ardorosamente, como lo sigo amando, amé los pueblos y caseríos y la música que mi padre amaba. De todas las tierras, las de Córdoba, de todas las gentes, la de Córdoba. Viajábamos por los pueblitos que para una niña esos nombres resultaban misteriosos como Morroa, Montelíbano, Lorica, Cereté a los que nunca he vuelto ni quisiera volver porque ya no son los mismos. Se desprenderían de mis recuerdos los primeros pajaritos cantores, la música de porro lejana, el rumor del oleaje del mar que llegaba hasta nuestras hamacas por las noches en Coveñas.

Lo veía feliz con esos campesinos y a los campesinos con él, lo querían tanto, que le celebraban sus anécdotas espontáneamente porque, mi padre no era ganadero de la región ni político ni nada que obligara a los lugareños a apreciarlo. Era su manera de estar entre ellos lo que ellos apreciaban. Se generaban verdaderos lazos de amistad, tanto, que los pequeños ganaderos y campesinos le dejaban abiertas las puertas a mi padre para que volviera cuando quisiera y allá volvíamos, se ponían felices, mandaban a hacer sancocho de gallina en fogones de leña, tomaban aguardiente y las historias iban y venían hasta caer el sol cuando ya debíamos regresarnos trayéndonos suero y queso; mi padre les dejaba unos pesos que debía rogar para que le fueran aceptados.

Él no sabía bailar, era la época en que solo lo hacían bien los costeños aquí nacidos, pero él llevando suave a su mujer se las ingeniaba para hacerlo de vez en cuando. Tenía todos los discos de Alejo Durán, al que admiraba y, sentadito en las reuniones cuando escuchaba un porro lejano o música tropical repetía como el más auténtico de los Corraleros de Majagual el ¡juipití! de las bandas y orquestas. Los departamentos de Córdoba, Sucre y Bolívar para mí, son la reserva de la más auténtica música de Colombia.

Trato de no perderme las alocuciones del presidente Gustavo Petro. Cuánto me hubiera dolido no haber escuchado la que hizo recientemente en Ciénaga de Oro a no ser por un amigo que me compartió ese video, donde entregó cientos de hectáreas de tierras a los campesinos y anunció la creación de la facultad de música de la Universidad de Córdoba, me emocioné tanto con ese acierto porque Córdoba, a pesar de la traición de su élite que la sumió en sangre y de la colonización política, mercantil, ideológica y psicológica de cierta clase de una Antioquia devastadora, angurrienta, procaz, violenta con su gente buena ha resistido ese atropello aun teniéndola forzosamente de vecina. Hay que tener una identidad cultural muy sólida como la del departamento de Córdoba para sostener tanto tiempo con tambores, gaitas y cadencia del porro una visión de la vida distinta frente al ordinario y vulgar reggaetón colindante, sobre dimensionado por las emisoras y conciertos de una sub cultura decadente.

Me sentí feliz que, ante otros expresidentes que se rodeaban de personajes de dudosa reputación, el presidente Petro sentó en lo que sería la mesa principal a su padre, a la alcaldesa y, a Miguel Emiro Naranjo, compositor, arreglista y director fundador de la mejor banda de porro de Colombia, la 19 de marzo de Laguneta; dándole toda la importancia a un artista y a través de él a todas las artes, mostrándole a Colombia entera personas de las que deberíamos enorgullecernos, como el grupo de jóvenes chocoanos que ganaron un mundial de robótica en México en días pasados. Miguel Emiro Naranjo, también es presidente de la Confederación de bandas del Caribe.

Propender por el cultivo de la tierra y del espíritu nunca se lo había propuesto un presidente en Colombia de manera tan pertinaz concretando en el aquí y ahora construcción de universidades, sedes de facultades, sembrando ideas, edificando un lenguaje que abre horizontes en la economía de cada región, impulsando el diálogo, el derecho a la réplica, repitiendo una y otra vez el derecho a la poesía como el sendero que nos enaltece y que va limpiando a este mundo grosero de la avidez de tantos otros. Porque el presidente sabe muy bien que, mejorando las condiciones de vida de la gente, el ser social, ayuda a enaltecer la conciencia de las mujeres y hombres colombianos.

Cuando se está en la ola de los acontecimientos que marcan hitos históricos es muy difícil poseer la distancia emocional y analítica suficiente para aquilatar esos sucesos, sobre todo en la política y aún más cuando existe una oposición sumergida en un proceso de degradación patológica donde se han invertido los principios que deben regir a una sociedad para el bien de todos. Por eso es vital repasar la historia de los pueblos que han sucumbido a procesos de daño macro social, identificar las características de sus líderes negativos y de aquellos que tratan de sacar adelante a una sociedad al borde del abismo. Líderes que respetan tradiciones artísticas, culturales, religiosas, económicas y morales que le servirán de apoyo para sacar a los países del estado de postración tras años de gran infelicidad. Un presidente que ama lo que el pueblo ama siembra voluntad de vivir.

Mi padre amaba la llanura de Córdoba al amanecer cuando la cruzábamos en carro, la música dulcemente nostálgica de porro y al río Sinú, junto a él posamos los dos a mis cinco años para una fotografía, estamos felices

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