LA FIESTA DEMOCRÁTICA

LA FIESTA DEMOCRÁTICA

Por
EDWIN DORIA

Doce campanazos retumbaron aquella noche en las torres de la iglesia ubicada cerca del cementerio, donde se escenifica una de las jornadas preparatoria para defraudar el sistema electoral.
La clase política tradicional Colombiana maneja una vieja práctica electoral, que nunca les faya. «Resucitar» a varios millones de muertos el día de las elecciones. Sus cédulas siguen vivitas y coleando en los registros del censo electoral.
El día previo a las elecciones, es la oportunidad de los difuntos para hacer vida social y estirar los huesos. Recibir flores frescas y limpieza en las lápidas. Lo más importante, cumplir con el sagrado deber de votar para elegir y no ser elegidos.
Desde las doce de la noche ingresan al cementerio vehículos de todo tipo, ocupados por personal que desempeñan distintos roles para garantizar el fraude. desenterradores de muertos, sacerdotes y pastores con experiencia en exorcizar espíritus rebeldes que se resistan a participar en la jornada. Sastres funerarios, expertos en confeccionar trajes para cadáveres y especialistas en efectos especiales que transforman su apariencia física por la que tuvieron en vida. Expertos en el lenguaje de las animas que comunican la propuesta política del Patrón, e interpretan las inquietudes de los muertos. Reumatólogos; ortopedistas y enfermeras encargadas del funcionamiento de la huesamenta.
El Emad presto para reprimir con armas letales, como el dispositivo Venom, armas mecánicas de tipo cinético, munición tipo bean bag, artefactos explosivos, escopeta calibre 12 cargada con la recalzada, gases asfixiantes, tóxicos o similares y medios bacteriológicos Además, del uso de tanquetas, gases lacrimógeno, bombas aturdidoras y un largo etcétera, con el acompañamiento de bandas de zombis paramilitares pro nazis, cuyo único propósito es pulverizar a los difuntos que en vida delinquieron o fueron subversivos. También acompañan la jornada de fraude, fiscales para judicializar delincuentes y subversivos, en caso que vuelvan a delinquir.
En fin, toda una suerte de especialistas y funcionarios comandados por el Mariscal en persona, jefe político de varios candidatos a la presidencia y candidatos a corporaciones públicas en sus diferentes instancias.
A las cuatro y treinta de la madrugada llega el funcionario de la Registraduría disfrazado de marimonda, con enormes huacales que contienen las cedulas de los finados, las cuales son entregadas al Mariscal, quien con lapida en mano, comprueba, la presencia e identidad de los electores.
Durante este registro de empadronamiento encuentran varios casos de cambio de identidad, de fosas y tumbas que no corresponden a lo señalado en las lapidas, incluso, botellas de licor adulterado, armas blancas y de fuego, droga al menudeo y tumbas repletas de dinero, como también, droga camuflada bajo los forros al interior de los féretros. Así mismo, panfletos subversivos y documentos oficiales clasificados que dan cuenta de actividades ilegales ejercida por miembros de la institucionalidad.
Después llegan los del supermercado contratista con los desayunos del personal vivo y muerto, los cueles son colocados en cada lapida según su identidad.
Hecho esto, se oficia la misa bajo los principios católicos, pero muchas animas se quejan, no se sienten recogidas en ese sermón que invoca santos y vírgenes. Entonces se da una violenta controversia entre protestantes y católicos por la adoración a monumentos de yeso. Controversia que finaliza con la intervención del Mariscal y su decisión salomónica de darle participación al pastor que anteriormente estuvo reprendiendo a las animas en nombre del señor. Acción evangélica que enfureció al sacerdote que bebe desde que llegó al campo santo, y lanzó el Cáliz lleno de vino al pastor que logró esquivarla, debido a sus reflejos de boxeador fracasado por caer en desgracia por la cantidad de droga consumida, antes de convertirse al evangelio. Ese momento, fue el origen de la trifulca teológica entre esqueletos, que pone en jaque la fiesta democrática. Por ello, el ingreso del ESMAD con armas anti zombies que volvió añicos la huesera de ambos bandos y espantó las animas. Aunque de carambola, aprovecharon y atacaron a lideres de izquierda que desde encima de los mausoleos lanzaban consignas anti ateas y anti electorales, y bombas molotov contra el sistema corrupto.
Cuando llega la caravana de buses funerarios que transportan a los y las votantes de los distintos cementerios del país, hasta los puestos de votación, son casi las seis de la mañana, entonces, repasan las ultimas instrucciones sobre el tarjetón, el logo del partido político y el número del candidato o candidatos que deben marcar. De inmediato, los organizan en largas filas para ingresar a los buses. Al cabo de media hora no hay ni un alma que uno pueda visitar en el cementerio. Todos están votando.
La jornada electoral de ese día es un éxito, de las más concurridas en los últimos años, según, manifiesta siempre el Mariscal, en los medios masivos de comunicación, “se ha derrotado la abstención

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