BREVE RESEÑA INCONCLUSA (Masacre a las Protestas)

BREVE RESEÑA INCONCLUSA (Masacre a las Protestas)


Por
EDWIN DORIA

No les parezca extraño, ni lo vean como hechos aislados o como cosas del destino, la violencia estatal desatada por estos días en el marco del Paro Nacional Indefinido, es un accionar histórico de la mafia más antigua de Latinoamérica asociada al Fascismo.

Lo que voy a narrar, no lo escuché de boca de nadie. Ni de juglares, ni saltimbanquis. No lo ví en una película de acción Hollywoodense o una serie de Netflix de muchas temporadas. Lo narrado aquí, es porque estos ojos, que se los han de tragar la tierra, si digo mentiras, han presenciado, por más de un siglo, la violencia estatal contra huelguistas, manifestantes, opositores, por exigir sus derechos.

Me han asesinado muchas veces y he resucitado igual número de veces. Estuve presente en la masacre de los Sastres, el 16 de marzo de 1919, en una protesta poco usual. Encontrabame entre el gremio de las confecciones. Era la movilización pacifica de los sastres, modistas y artesanos. Protestababamos ante el anuncio del presidente de la época, Marco Fidel Suárez, de comprar a Estados Unidos, ocho mil uniformes completos para el Ejército, que los militares usarían en la celebración del centenario de la Batalla de Boyacá, el 7 de agosto de 1919.  Los y las manifestantes en medio de la pobreza, la falta de trabajo y de oportunidades, provenientes de diferentes sectores de Bogotá y municipios cercanos, reclamabamos al presidente, que nos tuviera en cuenta. Esos uniformes deberían hacerse en el país y no comprarlos a la industria de Estados Unidos.
Más de cuatro mil manifestantes nos aglomeramos a las afueras del Palacio de la Carrera, hoy Casa de Nariño, se enardecieron los ánimos, con gritos de consignas y arrojo de objetos, entonces la guardia presidencial comenzó a disparar sin límites y ocurrió la masacre de los sastres.

Les aseguro que no soy el diablo, el antagonista histórico de Dios. Quien ha vivido eternamente, según las religiones, para eternizar la maldad en la tierra. Aunque usted no lo crea, nueve años después de los sastres, asisti a la plenaria del Congreso que aprobó en 1928 la Ley Heroica que criminalizó las huelgas.

Y para dejar constancia que la ley se cumplió, unos años después de aprobada, en diciembre de 1928, estuve en palacio, cuando el presidente de la república, Miguel Abadía Mendez, ordenó al ejército colombiano, para proteger los intereses de la United Fruit Company, asesinar a miles de huelguistas; mujeres, hombres y niños en Ciénaga, Magdalena. Ordenó disparar sin escrúpulos contra los cuerpos de multitudes campesinas del banano que caminaron cientos de kilómetros para llegar al punto de concentración a exigir mejores condiciones de vida y dignidad laboral. Pero la respuesta fué, la histórica Masacre de las Bananeras. Después, el presidente ordenó, tirar a centenares de cuerpos sin vida a los vagones del ferrocarril, que posteriormente fueron conducidos a las profundidades del mar Caribe.

Unos años más adelante, exactamente veinte, regresé, no sé como, posiblemente me deslice por el túnel del tiempo, como en la serie Dark, desperté en la ciudad de Bogotá, evadiendo las balas disparadas por soldados del batallón guardia presidencial, esquivando las tanquetas militares y francotiradores que disparaban, indiscriminadamente, contra el pueblo enfurecido por el asesinato del líder, Jorge Eliécer Gaitán, el 9 de abril de 1948.
Desfilé por la alfombra roja de más de tres mil cadáveres que permanecieron insepultos durante mas de tres días en la carrera séptima del Bogotazo.
Luego que las palas mecánicas recogieran los cadáveres y los tirarán en los camiones para llevarlos quien sabe donde, pude ingresar al despacho del presidente, conservador, Mariano Ospina Pérez, tras la espalda de los dirigentes liberales, Plinio Apuleyo Neira (Ministro de Guerra, 1936-1938, padre del escritor-periodista uribista Plinio Apuleyo Mendoza) Carlos Lleras Restrepo (Presidente 1966-1970
abuelo materno de Germán Vargas Lleras) y Darío Echandía (reemplazó a López Pumarejo, ejerciendo la Presidencia de la República, entre octubre de 1943 y mayo de 1944), , para dar testimonio del momento histórico en qué estos señores vestidos de frack importado, chocaron las espumantes copas rebosantes del mejor champagne para celebrar con bombos y platillos el asesinato de Gaitán y la Unión Nacional como una medida para diezmar a la clase popular y proteger a la élite.

Mucha gente se dirá, como es posible que este tipo, esté presente en todos estos acontecimientos de la vida nacional, sin por lo menos pactar con el demonio vida eterna. Sin embargo, les cuento, después de regresar de la guerra de Corea, para participar, el 8 de junio de 1954, en una peregrinación, desde la Universidad Nacional hasta el cementerio Central, para visitar la tumba del estudiante, Gonzalo Bravo Pérez, muerto por la Policía en el centro de Bogotá el 8 de junio de 1929 (25 años antes de la masacre) regresamos a la Ciudad Universitaria y algunos estudiantes jugaban fútbol en los predios del campus cuando llegó una patrulla de la Policía que ordenó desalojar el lugar. Todos protestamos y los policías descargaron sus armas. Una bala impactó el cráneo de Uriel Gutiérrez, estudiante de medicina y filosofía, y puso fin a su vida a los 24 años.

Al siguiente día, 9 de abril, participamos en una masiva manifestación de mas de diez mil universitarios de la Nacional, Javeriana, Externado, el Rosario, Andes, Libre, la Gran Colombia, la de América y algunos estudiantes de bachillerato. A la altura de la calle 13, nos encontramos con un cordón militar del Batallón Colombia, conformado por soldados que regresaban de Corea, acostumbrados a echar bala, encargados por el gobierno para reprimir la manifestación pacifica. Entonces, nos concentramos, coreando consignas de justicia, ondeando pañuelos blancos y resolvimos sentarnos en el pavimento. Ocurrió lo inesperado. A las 11:15 se escucharon ráfagas de fusil y una lluvia de balas cayó sobre los cuerpos inermes de los estudiantes, causando la muerte instantánea de muchos, hiriendo a centenares y cientos de estudiantes retenidos por protestar de manera pacifica ante la violencia estatal. El presidente, Rojas Pinilla, (abuelo de los hermanos Samuel y Néstor Iván Moreno Rojas, presos por corrupción) culpó de la tragedia a una conspiración tramada por el comunismo.

Hay dos hechos que me llamaron poderosamente la atención en la década de los 70. Uno fue la masacre de los estudiantes en la ciudad de Cali. El otro, el Paro Cívico Nacional. Por lo que me correspondió dar un salto en el tiempo, y perderme de otros, no menos importantes, para testimoniar de primera mano, lo que acontecía en Latinoamérica y particularmente en Colombia.

En ese momento se reflejaban los ideales enarbolados en Francia, durante las revueltas estudiantiles del 68, las revoluciones de China y Cuba, así como la ola pacifista que promulgaba la contracultura hippie norteamericana. También se vivía la represión de las fuerzas armadas por la intensa tensión política debido a las multitudinarias huelgas de diversos sectores de la sosociedad, por las acusaciones de fraude durante las elecciones presidenciales, que dieron como ganador, en ese momento, a Misael Pastrana Borrero.
Llegué a la ciudad Santiago de Cali, con un cumulo de experiencias vividas y atraído por las profundas contradicciones que imperaban en ese territorio. Por un lado, el país quería hacer de Cali, “ la ciudad moderna”, (así como en la actualidad Barranquilla) escenario que seria epicentro de los Juegos Panamericanos de 1971 y la Bienal Internacional de Artes Gráficas. Por otro lado, desplazados que venían del Cauca o la Costa Pacífica, huyendo de la violencia y trayendo consigo la pobreza económica, pero también su riqueza cultural de su música, saberes, cosmogonías que transformarian la ciudad.

Al tiempo, los estudiantes que exigian mayor autonomía universitaria, cosa que la comunidad universitaria reclamaba desde 1928, reforma a los consejos superiores y en contra del Plan Atcon que, basado en las concepciones de Rudolph Atcon, trazaba directrices desde Estados Unidos a las instituciones de educación superior latinoamericanas. Así como el retiro de los llamados cuerpos de paz gringos, considerados formas de penetración imperialista en la región.

El 26 de febrero de 1971 asesinaron a «Jalisco”, Edgar Mejía Vargas, estudiante de la universidad del Valle, a manos del Ejército.
Los estudiantes tomaron la Universidad, y fueron desalojados a sangre y fuego por el gobierno de Misael Pastrana, el mismo que había ganado las elecciones de manera fraudulenta, (padre de Andrés Pastrana, también presidente 1998-2002).

Fue así como se perpetró la Masacre del 26 de febrero de 1971 en Cali, surgida como consecuencia de la represalia de la policía y el ejército de Colombia a las protestas estudiantiles de los estudiantes de la Universidad del Valle.

Despues de ser testigo de muchas masacres perpetuada por la fuerza pública, llámese policía, ejército, guardia presidencial, F2 y de constatar en los registros la cantidad de protestas presentadas. En 1975 se registraron 797 protestas. 540 en 1976 y 359 hasta septiembre de 1977. pude oler el tocino que algo grande se estaba cocinando al interior del movimiento social más fuerte, de mayor impacto, resistencia violenta e importancia en la historia de Colombia después del Bogotazo, hasta el Paro Nacional del 28 de abril de 2021 (en proceso). Para que tengamos una idea del momento de convulsión histórica que vivio el país en el famoso Paro Cívico Nacional de 1977.

El Frente Nacional recién había terminado. Alfonso López Michelsen ( hijo del dos veces presidente Alfonso López Pumarejo1934-1938 y 1942-1945) ganó las elecciones de 1974 al conservador Álvaro Gómez Hurtado (hijo de Laureano Gómez presidente 1950-1951 se retiró del poder por problemas de salud).Todo apuntaba a que con la llegada de Alfonso López Michelsen, la política nacional tomaría un carácter reformista y de apertura política. Sin embargo, durante el gobierno de López, los grandes monopolios económicos tuvieron su proceso de consolidación. Según el criterio de algunos académicos, empezó en Colombia la primera fase del neoliberalismo.
Motivado por las políticas económicas fallidas del gobierno y los incumplimientos de las promesas de dicho gobierno, fue considerado el primer Paro Cívico Nacional de la historia de este país.

El Paro Cívico Nacional, llevado a cabo entre el 14 y 15 de septiembre de 1977, liderado por un Comando Central que articulaba a todas las expresiones obreras del momento, fue una manifestación popular, dónde participaron sindicatos, estudiantado, Juntas de Acción Comunal, docentes, asociaciones de padres de familia, campesinado, entre otras  en las principales ciudades del país.

Al final de dos días de movilizaciones campesinas, concentraciones obreras, protestas, bloqueo de vías, disturbios. enfrentamientos con la Fuerza Pública, fueron decenas de personas que perdieron la vida, hubo miles de heridos y miles de detenidos.
Las guerrillas llegaron a considerar que al Paro de 1977 solo le faltaron los fúsiles.

Esta breve reseña aún no concluye, faltan casi cincuenta años de historia hasta la fecha. Se mantiene el Paro Nacional Indefinido, luego de cincuenta días de movilizaciones y acciones de protesta social, pero lastimosamente, el túnel del tiempo sufrió un bloqueo por los enemigos de la memoria histórica de los pueblos. En cuanto superemos la emergencia, continuaremos.

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